A través de la mirada del joven Licaó, atractivo discípulo de Sócrates, elegido por el filósofo ateneo para que lo acompañe en sus últimas horas, el dramaturgo Dimitris Dimitriadis erige una torrencial apología del deseo de ofrecerse al otro, capaz de transformar de pura cepa nuestra existencia ética y política.